Yo no soy a tu boca si no es muerto,
acaso agonizante, ensangrentado
o repartido en todos los cuchillos que se venden
timando a los turistas
en Toledo.
Yo no soy un turista de tu boca
ni un guardia en el peaje que controla la ruta de tu
libido.
Sólo habito en el bosque junto a la carretera
o en el campo
hecho completamente de olivares
eso sí, siempre junto a la carretera.
Soy un poco de viento en los espejos del bemedobleve que
te prestaron.
Alguna luna rígida.
Tu insensatez de usar pollera corta
porque nadie te avisa que tenés celulitis.
Tu esquizofrenia avara.
Tu bengala en un mapa donde hay sol y sol-a naufragaste.
Tus venenos dispersos e infructuosos.
Tu última sensatez… si la tuviste.
Y tu necesidad.
Soy tu necesidad de sentir odio.
2)
No me vengas ahora con voces genuflexas.
No me vengas con miel ni con andenes.
No me vengas con trenes para niños
y con accidentadas baratijas
que encontraste –de pedo–
en el free shop.
No le vengas con fados a mis fados.
Y no te hagas la fina con mis números.
No te pierda pensar que yo te odio
y eso cause un orgasmo en tu penuria.
3)
Mejor me voy. Ya dije suficiente.
Hoy no es día de que hagas “mea culpa”
ni yo llevo capucha y cargo el hacha.
Me da igual tu fineza.
Me dan igual tus subjuntivos que terminan en ese en vez
de era.
Todo lo tuyo me despierta náuseas,
y rechazo
y repulsa
incluso hacia mi propio sacrificio
del que estás tan consciente como yo.
El odio visceral es siempre amargo
y ya sabés lo que decía Pessoa.
Quise tocar tu boca
por las dudas tuvieras corazón
y yo me equivocara.
Quise con estas manos de matar, tocar tu boca.
Y así, sencillamente, te maté,
pero solamente aquí en mis manos.
Vos seguirás por ahí
mientras te alaban los que no saben de tus partes sucias.
Pero me importa un pedo. Esa sos vos.
4)
¿Y qué vas a decir? ¿Qué no te trago?
¿Qué soy un resentido hijo de puta
que se cagó en tus muertos y en tus vivos?
¿Qué como el malabar estaba a mano
hiciste uso de él, pura acrobacia
escupiendo la tumba de mi muerto?
De mi único muerto memorable.
De mi muerto que es todos mis muertos
en un único muerto como único.
Y que después te abriste
y aquí estoy
y allá estás
porque deben bastarme tus disculpas
si acaso tus disculpas fueran eso
y no la necesidad de retenerme
hasta que terminaran mis servicios.
Digamos que fue así.
No nos mintamos.
5)
Te recuerdo que siempre hay unas cuantas
haciéndose papel en mis poemas.
Tienen esa manía de buscar personajes
en películas gore
porque ellas, como vos, no son otra cosa que películas.
Van a querer sacarte a los codazos
del centro de la escena central que te dedico
y como no te nombre
vas a tener que escribir con tus metrallas
y con tus abubillas y tus patios
sólo por mantenerte en mis poemas
el rato miserable de mis furias.
Pero ya sé que vos pasás de todo.
Sos tan fina, tan exquisita, tan culta, tan loable
tan puro almíbar sacro y respetuoso
que yo juego de bestia.
Ese papel no me lo quitan tus poetas de plástico
con sus melindres, sus antros de belleza
y esa, su vocación decimonónica que nunca dice pedo ni
concha ni cagada
ni te diría nunca “hija de puta”.
6)
Soy un buen escritor sin partes nobles.
Creo que te lo explicaron tus amigos
pero jugaste igual.
Yo jugué igual.
Las reglas eran esas.
Estuvimos de acuerdo.
Y yo tengo esta mente
machista
inofensiva
y cosificadora
(lo leí por ahí y me gustó la imagen)
que intenta ponerte en un lugar sin luz
porque dentro de mí estás apagada.
Jugar a las muñecas con tu "Barbie de Chucky"
sólo para romperla
parece que aún me interesara como un deporte extremo.
¿Sabés qué pasa? Los dos tenemos traumas.
Son parte del encanto y de la ruina.
7)
No dejes que te quiten los poemas
o sí,
total no importa si vienen otras bichas
a jugarse la piel de la importancia.
Los poemas son tuyos porque no son de amor.
De amor le escribo a una sola mujer
y a veces a mi hija.
De tragedias escribo todo el tiempo
así que no te tires, que no son para vos
porque la tragedia no entra en tu temática
de árboles y miel
y no sabés de mar ni de esperpentos caídos en desgracia.
Vos sos la buena cría de una casta noble
sobre el almohadón de terciopelo verde
en medio de un jardín de espejos biselados.
No hay piercing que le alcance a ese, tu ombligo,
multiplicado en su función cuadrática.
8)
¿Por qué ahora te traigo el sainete?
¿Por qué ahora te hago este berrinche de macho
hipocondríaco?
¿Por qué te tiro mierda en la comida?
¿Por qué me porto así, como un imbécil?
Un tipo inteligente como vos, dirá tu asombro
¿Qué te pasa, Ariê?¿murió tu gato?
¿Por qué el ataque te dio fuera de tiempo
y nadie entiende nada?
¿No estás un poco viejo para esto?
Te aclaro entonces que todo lo anterior es de hace mucho.
Es de hace demasiado.
Estaba por ahí, como la vida a la que no se vuelve.
Sencillamente, no resistí las ganas de putearte.