El
sueño es una cosa que no ceja su abandono. Un amante irrecuperable que
en realidad no tuve, pero que imagino me está destinado, aunque sólo sea
en el deseo por él que habita en mí.
Hoy corrí con mis hombres.
Antes
de las heridas corría siempre con ellos esa cantidad abundante de
anfractuosos kilómetros que los dejaba exhaustos y a mí me ocupaba una
parte del día a desvivir.
A mi
edad aún me gusta correr y sigo haciéndolo sólo porque me gusta, porque
quiero, no para demostrarle al personal – como en mis otras épocas – que
si yo puedo resistir hasta el final, ellos también.
Ahora
corro por mí y para mí, junto con ellos, como esos perros largos de la
estepa africana, que trotan de alegría, inexplicables. Cargo la mochila
de combate y corro como un gamo que se siente gamo y se transforma en
gamo a cada tranco.
El teniente médico protestó un poco cuando me vio salir dispuesto a la aventura.
- Sus heridas, señor...
Pero quedarse preso en las heridas es no saber sanar.
(De: Hojas de sombra)