De las cartas pasionales que te escribo y no aprendo a mandar
Van a
ser las ocho de la mañana. Son las 7:43. El frío te congela hasta las
ganas de sentirte bien. Se terminó el café. Tomamos agua caliente con un
yuyo del que no me acuerdo el nombre. Dicen que tonifica. Y es verdad.
Toda cosa caliente tonifica, así sea agua con gusto a yuyo raro.
Acá
de pronto se borra la señal. Se borra. En en el fondo, se borra igual
que la muerte borra a los hombres. Un día estás. Después, ya no estás
más. Es así de fácil. Tan simple como fácil. Casi como la vida, negra.
Se borra la señal. Se borra la vida. Se borra tu señal en la vida. Es
maso todo parte de lo mismo.
¿Me querés?
No quiero ser un animal sarnoso y patético que se frota en tus piernas.
¿Cuánto
más me vas a querer?¿Cuánto más me vas a querer y vas a dejar de ser
feliz por quererme a mí que soy un infeliz de mierda y además, una
mierda que encima es infeliz?
No
sé por qué protagonizo este romance infame con los kurdos. Estaría tan
bien con los kenyatas. Ya tenía mi lugar kenyata. Era el kenyata. Pero
vos viste, negra, como es eso. El amor es tan complicado que hasta vos
me querés a mí como yo tengo un romance kurdo con los kurdos. No sé qué
nos pasa a los hombres. No lo sé. Pero yo sé que siento un amor inefable
por las causas, con todo este patriota tan apátrida que he sido siempre
y por el resto de mi vida. Alguna reivindicación debe buscar este yo al
que le gusta matar despacio. Está bien, no lo digo más. Pero es bueno
que lo sepas, nena. No te engañes conmigo. Soy un ser memorioso y cuando
se presta, vengativo.
O
no. No sé. Capaz que no es venganza, es pura gana de que la cosa cambie
y nunca cambia, entonces los tipos como yo, que han dejado atrás al
bien y al mal, se ponen así, con justa causa, creo yo, con justa causa,
bichos con justa causa y hacen todo eso indecoroso que espanta a la
buena gente y nos iguala con los que más odiamos.
Igual te quiero.
No
creas que los animales de vértigo no sabemos querer. También queremos. Y
queremos mucho, pero por ahí, en el apuro, todo lo demostramos mal.
Igual sos una mujer inteligente, así que aunque yo sea un analfabeto del
afecto, vas a entender mi forma cuneiforme. Tengo fe en eso, tengo fe
en vos y tengo fe en esta fe que te tengo y me tengo, por afuera y por
adentro de Dios.
Pienso en tu lucernario cuando acaba la luz en mi ser de no luz.
Aunque
estás ocupada con tu vida, pensá un ratito en mí. Soy el perro ese que
tenía sarna y aunque estaba asqueroso por donde se lo mire, pretendía
también una caricia.
La vida de mierda se está poniendo lejos. Puta vida.
Y vos siempre me contestás cosas así: