El placer de observar es para pocos.
Quedarse quieto. Detener el mundo con los ojos. Y solamente mirar. Sólo, mirar.
Ella lo sujeta con dos dedos de su mano derecha.
Despacio, se introduce el extremo libre entre los labios, una y otra vez. Intermitentemente mordisquea, bajando la mirada.
La pollera muy corta permite ver los muslos separados. Casi trepa hasta el pubis, de tan mínima, en esa posición en que ella concentra todos sus esfuerzos.
Deja de mordisquearlo y suavemente se propina golpecitos en los labios, que mantiene entreabiertos.
La punta brillante de su lengua recoge algún sabor en que se mezcla el lipstick de frambuesa y la concentración.
Otra vez lo introduce, lo quita, lo introduce, lo quita.
Se acaricia con el extremo libre las mejillas.
Lo vuelve a deslizar hacia el interior de su boca, entre los labios.
Por fin levanta la mirada para encontrar mis ojos que la observan.
- Sensei...- me dice y lo aparta de su boca definitivamente- No entiendo la pregunta sobre Atila.
Se acerca y me señala su duda, con el lápiz húmedo encima del examen, para que se la explique.
Imagen: Warm me up by Sophie Palmer