La bestia ácida cava la penumbra.
Los
carceleros hacen turnos para golpearlo. Sale uno, entra el que sigue. En el
medio, un descanso.
La
bestia ácida cava la penumbra.
Encerrado,
desnudo, machucado, anestesiado a golpes, el animal está en la oscuridad,
tendido sobre el vientre y cava la penumbra.
El
sonido de las uñas que rascan se prolonga como un suave sismo por las
piedras del suelo.
La
bestia ácida cava la penumbra.
El
calabozo es una noche helada sin ventanas.
La
bestia ácida cava la penumbra.
Los
carceleros entran en sus turnos. Golpean y se van.
El
animal no muere, no habla, no suplica. Encerrado, desnudo, machucado,
anestesiado a golpes, echado sobre el vientre, ni siquiera los espera. Cava la
penumbra.
Los carceleros
deliberan. Tienen los brazos pesados de golpear. Los carceleros deliberan en otra
oscuridad.
El animal
no habla, no suplica, no muere. Cava la penumbra.
Los carceleros
lo arrastran sobre las piedras húmedas y le enseñan la luz y una paloma.
La bestia
ácida cierra los ojos.
Muere.
(De: Hojas de sombra)