Más desangelado que una sopapa
paso de la batalla a la quietud como un trasto molesto y removible que la vida
se quita de los dulces rincones de habitar.
Termino aquí, pegado al
sumidero, haciendo guardia por si se taponan los conductos con mierda y
entonces sí, volver a ser la cosa útil, el arma imprescindible, la constante
manera de hacer fluir el caos.
Terminaron para mí las horas de
coqueto elemento guardado en un placard del baño, perfumado con efluvios de
otros elementos también guardados allí: sales azules, jabones de sedosas curvas
plácidas, perfumes, afeites, participantes todos del acto de belleza.
Y yo ahí, abajo, modesto y
ensobrado aún en la bolsita de polietileno en la que me guardaron para tenerme
a salvo como una cosa nueva de la que se demora y demora el estreno,
compartiendo de prestado esas fragancias, junto al trapo de piso y la escobilla
para los inodoros que me dice: podría ser peor, podrías ser yo.
Esta ciudad es anchamente fría.
Quiero volver al África.
(De: Back to black)